sábado, junio 28, 2008

El rol del docente en la "sociedad del conocimiento"

Para pensar en la función del docente en nuestra época me parece que es posible partir de una contextualización: insertar el rol del docente en el marco de la sociedad del conocimiento. Hace unos años, no se pensaba en la “gestión del conocimiento”, pues existían espacios (institucionales) dedicados especialmente a su creación y a su enseñanza. Aquí me parece interesante recuperar la idea de que en la actualidad la creación del conocimiento es ubicua (Castells), hecho que modifica (y conlleva un reordenamiento de) la posición de todos los actores involucrados en los procesos de enseñanza-aprendizaje (directivos, docentes, estudiantes).
Entonces, un primer elemento que –me parece- es preciso tener en cuenta a la hora de pensar en el rol de los docentes es el de la sociedad del conocimiento, “caracterizada por el desarrollo exponencial de las TIC’s” y por la demanda de nuevas formas de organización, nuevas estrategias de formación, nuevas demandas de capital intelectual.
Este video nos puede ayudar a reorganizar esta contextualización:


Pero, ¿qué se entiende por conocimiento? Es importante, en primer término, no confundir información con conocimiento. Este último puede ser definido como “la capacidad para actuar” (Sther), capacidad vinculada con la complejidad y el bagaje cognitivo de cada persona. Así, se trata de un “esquema cognitivo” conformado, entre otros elementos, por las creencias, los valores, los conceptos, las expectativas y el “know how”, que se generan a partir de la interrelación entre individuos en un contexto determinado.
Ahora bien, ¿por qué hablar de “gestión del conocimiento”? ¿Qué relación puede tener con la educación y con la función del docente? A través de la gestión del conocimiento se trata de poner en juego distintas acciones que permitan que el conocimiento tácito (constituido por “aquello que sabemos, pero no podemos expresar”) y personal se convierta en un conocimiento explícito (formal, sistemático), público y, por ende, utilizable por las personas y organizaciones. Para lograr estos procesos es necesario que exista intercambio, comunicación entre personas con saberes distintos. Lo que Nonaka llama “la espiral del conocimiento” se pone en marcha mediante el intercambio (metáforas y analogías) para favorecer la creación del conocimiento: “Poner el conocimiento personal a disposición de los demás constituye la actividad fundamental de la empresa como creadora de conocimiento”. (Nonaka, 2000). Teniendo este marco teórico como referencia y proyectándolo a los espacios educativos, me parece que se puede pensar al menos en dos planos (que se interrelacionan en forma continua, claro está). Por un lado, me gustaría pensar en la circulación del conocimiento entre docentes, entre pares. Creo que considerar institucionalmente las estrategias de “gestión del conocimiento” puede resultar útil para generar verdaderas redes de intercambio, en las que se proyecten los conocimientos tácitos y explícitos (y sus combinaciones posibles) de unos docentes a otros, para poder generar espacios colaborativos de trabajo que mejoren las prácticas de todos (“el conocimiento pasa de ser individual a ser colectivo, social”).
Ahora, si pensamos en particular en el rol del docente en interacción con los estudiantes, este será el encargado de conducir el proyecto áulico (elaborado, consensuado, articulado en la instancia institucional que antes mencioné) hacia el logro de los objetivos establecidos; de guiar el proceso de intercambio entre los estudiantes; de facilitar las herramientas necesarias para abrir el paso a los nuevos conocimientos. Todo esto se podrá lograr a través de estrategias de personalización (pensar en la creación de una red para que el grupo pueda compartir saberes tácitos y el docente pueda ayudar a que estos circulen y se intercambien) y estrategias de codificación (a partir de la explicitación y circulación de esos saberes, se hace posible su internalización). En este sentido, me gustaría volver sobre algunos temas. En principio, no me parece que el docente pueda ser considerado solamente como mediador. Creo que la redefinición que desde diferentes ámbitos se está planteando no implica un recorte de sus tareas (y creo que presentarlo solo como mediador implica un recorte). Antes bien, la redefinición tiene un sentido más amplio que, si se lo vincula con los aportes de esta sesión, queda en evidencia: dadas las características de la sociedad del conocimiento pensar al docente (o a la educación) como una mera “transmisión” de información es un imposible. Es interesante el planteo que Gaby D. hace desde la teoría de la educación: “los pedagogos no hablamos de transmisión sino de educación… y el docente reivindica para sí la tarea intergeneracional de asegurar la inscripción (integración) de los ‘recién llegados’ al orden social”. En nuestro orden social, en el mundo en que vivimos, poder hacer esto implica poner en práctica estrategias para acceder a la información, poder interpretarla, decodificarla, recombinarla, utilizarla para producir conocimiento…

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